miércoles, 9 de octubre de 2013

Almitis

Derramando las lágrimas del dolor que superó las barreras de mis ojos y con más dolores en el cuerpo que un apaleado, intento dejar mi mente en blanco para poder descansar.

Que me estoy volviendo viejo, no lo dudo.

Los músculos de todo el cuerpo, incluso los que no parecen muy importantes, me apuñalan los nervios y mi cerebro ya no puede contener la información que llega por cada poro, en cada visión, en cada sensación en el ambiente, en el cotidiano compartir con todos.

Los brazos, siempre cansados, me han vuelto a doler. Me duelen desgastados de pintar en el aire los sonidos que quiero escuchar... y que no suenan. Sonidos que estoy perdiendo en mí mismo, porque ya no sé cantar. Los músculos del canto me duelen, del hablar, del pensar, del sentir.

Toda sensibilidad me está agotando y sólo quiero desconectar todo, para no sentir más... aún prefiriendo encontrar el lugar, la persona, la ocupación que me haga sentir pasión, vida, confianza... amor.

Se va acabando todo. Se oxidan los latidos, la sangre, las visiones... se van llenando de telarañas los sueños y los ojos perdiendo las funciones, intentan no mirar más.

Impotente ante las vidas que pasan... y sin más, se van.