martes, 23 de diciembre de 2014

La posta

Normalmente sería más fácil escribir, pero hoy no es un día de esos.

Al son de una música nueva para mí pero que escuchaba en mi corazón desde hace tiempo, se me abre un espacio entre las nubes que no me dejan ver la luz, para intentar descifrar hasta donde se ha llegado.

El decrescendo lento de toda la agitación de los últimos meses, me deja reflexiones de batallas perdidas y ganadas, pero sobre todo, un provenir que todavía no dimensiono en su totalidad. A pesar de mis propias lágrimas y la brújula perdida, de repente, los hombros me han servido para cargar más de una vida que ha tendido a encontrar reposo en mis palabras.

Y me gustaría creer que eso representa un alivio para mí y los demás... pero cada vez se siente más como la posta dejada por quienes antes y ahora hicieran de mis maestros y que guardan una esperanza en mi caminar.

La posta pesa unos 10 kilos por ahora, pero tiende a engordar cada día.

Sube y sube de peso porque se alimenta con toneladas de lágrimas que se ha tragado la piel y que los ojos no dejan ver; con las miles de palabras que se ha llevado el viento; con el esfuerzo de miles que han desfallecido y los ejércitos que no han sabido superar a los titanes que desfilan por el campo de batalla arrasando con cada paso todo sin mirar atrás.

Y yo que ahora no tengo cara y corazón para afrontarlo todo... 
Y, bueno, la vida me ha puesto aquí a pesar de todas mis malas decisiones, de todo el orgullo y la irresponsabilidad... mi oportunidad de dar, justo a la hora en que me he quitado todo...