martes, 25 de septiembre de 2012

De las batallas

Hoy,después de tantos andares, recorro mis pesares con los brazos caídos, como derrotado... y ésa no era la idea.

Emprender el viaje hacia uno mismo tiene sus riesgos. Riesgos que hay que correr, pero que una vez se está en el camino, se hace difícil enfrentar. El hambre, el sueño, la ausencia, la soledad, las tristezas todas juntas, el pasado, el futuro, lo incierto, lo nuevo... cada cosa en su lugar, aunque se nos antoje fuera de sí.

Y partí hacia mi casa, mi verdadera casa. No esperé encontrarte allí. No creí que estuviera en obra negra. Siempre se piensa que todo el chiste era llegar, que ahí estaría todo listo y no sería sino vivir. ¡Já, como si fuera poco solamente vivir! Pero no es así. El terreno existe, la materia prima existe, los planos están boceteados y ahora estamos tú y yo, donde sólo había charcos de lágrimas. Me alegra que estés aquí, aunque todo lo demás se ausente, porque los sueños que se sueñan entre dos, se multiplican para llegar a ser.

Pensar en las historias que he inventado por años: del amor, de lo romántico, de la familia, de la vida y... ¿a punto de hacerse realidad se pierden las fuerzas, las esperanzas? Me faltan ánimos, empujones y todo lo demás. Pero, ¿acaso no he pasado los años empujando a los demás hacia la felicidad?
Es mi turno.

Llegó mi momento más esperado. El momento en que realmente mi vida cobra sentido por sí misma. Que no se trata de seguir a los demás. Que no se trata de andar detrás de nadie. Que no se trata de esperar que todo está bien ni que resulte. Que hay que crear lo que no existe, porque es así como llegan a existir las cosas impensables. Que si todo ha pasado para llegar hasta aquí es para este preciso momento en que ya no se trata de ver cómo logro ser dentro de los parámetros ni "ponerme los zapatos de" ni ser como... que llegó la hora de SER, porque para eso me ha preparado la vida, porque para eso me he preparado, porque ése es mi motivo, mi intención, mi camino... y emprender ese viaje es mi verdadera razón para vivir.

Me alegra estar aquí, que todo se vea gris, porque así podré pintar con mis propios colores, rehacer contornos y dibujar nuevos horizontes. Que el mundo ya no será lo mismo cuando entre, porque desde las trincheras las guerras no se libran ni se ganan y ésta es mi lucha para dejar de sobrevivir.

lunes, 3 de septiembre de 2012

¡Bah!

Hoy me retiro de la vida... de la que cargo en mis espaldas como un yugo, como un costal de reciclaje inmenso que ya no es solo una joroba sino un himalaya que lo aplasta todo.

Ésta sensación la he tenido siempre, pero hoy por fin, muertas todas las versiones de mí, me dispongo con paciencia a no dejarme poner más pesos... y boto todo por la ventana. La ventana es muy pequeña y no alcanza para darme el espacio suficiente, pero rompo paredes y le pongo todo mi empeño.
Un nuevo nombre, nuevos ojos, nuevas fuerzas, nuevos horizontes, una nueva vida me espera en algún lugar y yo debo encontrarla.

Hoy canto el réquiem de mi vida, una canción de esperanza, una canción de principios, un himno a la libertad, a la alegría, a la fraternidad... el último aliento del ser antes de morir para siempre, para dejar una señal de alerta a los futuros, a los menores, a los que vendrán. Y vine hasta donde estoy para vivir este momento. Y es que ya no se puede aprender más con el corazón seco y la sangre coagulada.

Recorrer caminos sin mirar atrás, con la mente fija en el Todopoderoso, la vista fija en el horizonte. Seré un estúpido como siempre, pero moriré feliz.