martes, 29 de abril de 2014

Dos veces dos

¿Qué hiciste de mí?
Veo todo difuso... la noche se ocupó de los dos por 48 horas. Y ahora el insomnio pasó a ser otra cotidianidad. Y no quería preguntar, pero pregunté dos veces.

Es que todo debía quedar claro cuando te fuiste de aquí. No sé si nos equivocamos dos veces más, pero, las cosas no quedaron en su lugar después de cerrar la puerta. Más de un beso se suicidó de dos bocas que sólo se encontraron en el aire de palabras cada vez más confusas.

Y caminamos las calles como dos y uno a la vez. Bebimos de la misma copa y con los mismos ojos nos encontramos una sola vez. La sorpresa explotaba en mil mariposas que nadie dejó incubar. Se salían de control dos latidos entrelazados, que nunca debían encontrarse.

La noche pasó ansiosa y corta. El alcohol hacía su parte y yo... tan sabio y tan pausado no lo dejé hablar. Ni la oscuridad ni el trago ni tu mano sobre mi pecho ni mi brazo apretando tu cintura podían convencerme de seguir el rumbo desconocido. Y ahora no sé si era desconocido...

¿Qué hiciste de mí?
Veo todo difuso... 48 horas después sigue la noche y ahora no tengo más otra cotidianidad que pensarte. Y no quería preguntar, como no quería sentir, pero pregunté dos veces y sentí dos veces más.

jueves, 17 de abril de 2014

Requiem alla Polaca

Tenía los ojos más azules que había visto jamás y brillaban con una luz tenue, casi sin quererlo. Y su sonrisa le hacía relucir el rostro lavado por las lágrimas de toda una vida. Su pelo, aún vivo, le recordaba los años juveniles en los que todavía soñaba. Y en sus manos se podía ver el cansancio de las caricias jamás recibidas, jamás dadas.

No tomó sus pastillas esta vez y su camino se oscurecía cada vez más. Casi no sintió su ausencia por las charlas amenas que compartía, pero sus ojos llenos de insomnio revelaban lo contrario... y una sombra siempre revoloteaba en su ventana.

Sólo un día por cada año de vida le tomó contarme todo. Se enamoró al instante del cabello oscuro y los ojos grandes, de las noches infinitas en que por primera vez fuera feliz... y en menos de un mes las historias llegarían a su fin llevándose su última sonrisa de mi lado.

Sus pasos siempre rodearon abismos interminables y a tientas se apresuraba a no dejarse caer, aunque amaba el vacío que la llamaba a sus entrañas; entrañas de una madre que jamás le sirvió de hogar y vacío en las entrañas de un padre que la mató un segundo después de nacer. Ya no tendrá que sufrir más las largas tandas de golpes en el alma y en el cuerpo que la vida le propinó por 28 años ni los días y noches sin amor que la dejaron virgen de caricias y besos por encontrar siempre algún patán que sólo la quisiera robar.

Escuchó por primera vez mis conciertos, que le dediqué con emoción y vivió sus últimos días soportando con dolor cada pensamiento absurdo que su enfermedad le puso en frente. Una guerrera del dolor que no supo aguantar más, pero que al conocerme pudimos luchar juntos y enseñarnos mil cosas, a mil kilómetros de lejos.

Sobrevivió tanto tiempo que fue casi un milagro conocerla. Ahora, tal vez descansa ya sin haber recibido los abrazos que necesitó y el calor de un hogar que un día pudo encontrar aquí. Carmen vestirá de luto hoy y con ella seremos dos los únicos que verá en su entierro; los únicos que la conocimos un día y la amamos de verdad, que creímos en su luz y que la vimos apagarse poco a poco, aún sin desfallecer.

Vivirá siempre en mi alma el recuerdo de su voz de soprano que nunca escuché cantar pero que escuché reír mil veces aún cuando su corazón quería llorar. A la guerrera de la vida, que supo amar aún sin creer en nada, con Amor.

Salud! My Lady... que el Señor te guarde en su corazón.
Perdón por no llegar contigo a tiempo.

- R.I.P -

viernes, 11 de abril de 2014

De los últimos años

Cientos de días y noches han pasado desde la última vez... aún cuando no fuera la última que la vida nos tuviera preparada y cientos de otras tantas hayan pasado después. Hoy, hace un año ya que te fuiste.

Del tiempo que pasamos juntos la vida se encargó de revolverlo todo. Las lágrimas y las risas, pintadas del mismo color, hacen llover el cielo de mis ojos que un día fueron tu inspiración. Y sí, espinas han tomado la forma de mis brazos para mí también.

Te veo, porque es inevitable, y siento el dolor que hay detrás de la misma cara que vi años atrás. Tiempo aquellos en los que dí todo hasta quedar vacío. Tiempos en los que preferiste ver por la ventana hacia afuera que buscar adentro todo lo que te ofrecí. Y cuando el tiempo nos encontró por fin, tú ya ibas de salida.

De la revolución y la resistencia nos quedaron llagas que tal vez ni el tiempo logre curar. La guerra, las bombas y las muertes alrededor desangraron todo y volvieron infertil la tierra que en su juventud fuera abundante y próspera.
En ruinas quedamos los dos, así parezca que el botín quedó conmigo y se fue de ti. Y ya los brazos nunca más volvieron a cargarte tantas veces que no fue por mí que cayeras, porque ya el dolor no lo hizo más posible.

Tantas veces volví a ti dando saltos enamorados o con la cabeza gacha y el corazón abierto y tantas veces la vida se interpuso y los viejos vicios volvieron a dañarlo todo.

Qué manera de perderlo todo por tener un virus resiliente en tu interior. Uno que no fue inoculado por mí, pero que cultivé con suficiente descaro e insuficiente amor.

Quisiera que la vida nos hubiera entrelazado más dispuestos y no nos hubiera arrancado a la fuerza, porque bien sabes que te amé y te amo, pero, sólo quedarán fotos en blanco y negro empolvadas en un viejo y fuerte baúl.

Perdón por los cristales rotos y las espinas clavadas, una vez más.