viernes, 6 de diciembre de 2013

Eternidad

Se sentó largas horas a esperar su veredicto. Abría y cerraba su buzón cada tanto, aún sin que el cartero apareciera en la ventana. Espero el viejo sonido de su teléfono con las ansias de quien espera a su verdugo amarrado en la guillotina. No desesperó. Recostado en su diván competía contra el sueño. Tenía que escuchar su voz o leer sus palabras. Tenía que verla por última vez, aunque ya se hubiera borrado de sus ojos todo residuo del amor que le profesaba. Deseaba tanto su piel junto a la de ella, su respiración colándose en el aire que respiraba, sus latidos siempre fuertes y agitados rebotando contra su pecho como un mar precipitado frente al acantilado.
Sonó el teléfono y contestó con rapidez. Llamaron ofreciendo un nuevo servicio de crédito, casi no escuchó la oferta, sólo pensaba en las miles de cosas que podría hacer con eso: alquilar una casa, comprarle todos los antojos, vestirla de elegancia, pintarle de colores mil sonrisas a su amada. Todavía no sabía nada de ella y se apresuró a colgar. "Todavía estoy esperando que saldar mi última deuda" contestó, "si pudiera usted ofrecerme algún otro corazón, lo compraría de inmediato"; hizo una pausa y suspiró, "...o una forma de hacer que ella me ame... que sea mía". La vendedora agradeció su amabilidad y oró un segundo por su corazón. "Que esté muy bien". "Muchas gracias". Y todo su mundo volvió a silenciarse. El tic-tac del reloj de la sala combinaba muy bien con su respiración. No se oía nada más. No llegaba respuesta a su última carta: una despedida apasionada para intentar desatar su amor. Las ideas más ridículas pasaban por su mente siempre. Lloró. Ya nada más que vacío le quedaba y el aire le pesaba cada vez más. Vio pasar los minutos como horas y las horas como días... el año se le fue pasando por delante sin pausa y casi sin dejarlo levantar. Supo que la amó más que a su vida cuando su visión desnuda acaparó toda su atención, cuando todo su sudor se mezcló con el suyo y al terminar el último suspiro la abrazó y la besó. Ahora, ya perdida, no hace más que suspirar. 
Se sienta y espera solo. Mira a la ventana como suplicando a Dios. Sus ojos llenos de esperanza y tristeza se visten de lágrimas cada tanto. Casi no parpadea. Sólo se levanta y busca en el buzón. Nada más importa ya. Sólo desea que su última visión sea la más bella musa que enamoró su corazón. Abrazarla y besarla por última vez, para morir justo después.

Into the Deep

Y buscaba la profundidad siempre como un loco... aún sin alcanzarla.
Por última vez buscó en lo profundo de su botella de vino y acarició tiernamente la boca con sus labios, bebió y bebió sin encontrar fondo, sin encontrar el final.
Se vio reflejado en el humo que salía por su boca y se desvanecía con él en cada bocanada. No encontró fondo en el humo tampoco.
Luego se intentó mirar en el cielo y se perdía entre las nubes... no fue suficiente el cielo para encontrar la profundidad de su alma.
Se lamentó un poco y lloró. Entre sorbo y sorbo elevaba una plegaria al cielo... a veces simple, a veces dura... siempre muy sentida, cargada de ésa preciosa profundidad que anhelaba. Y ésa comprensión de su situación.
No comprendía nada. No disfrutaba nada. No pensó en más que llorar y elevar plegarias a un cielo lleno de nubes de lluvia que amenazaban con negarle una vez más su tranquilidad.
Y de pronto lo entendió todo.
Ya su caminar era tambaleante. Bebía un sorbo más para encontrar el fondo de la botella, pero no lo logró. Dejó ése piso cargado con una buena cantidad. Pero ya su paso estaba flojo, titubeante, alcoholizado. 
Le picaba la garganta. Uno tras otro de los fuegos que se prendió en la boca le habían calcinado la sensación... sólo le quedaba el ardor. Fuego tras fuego, humo tras humo se perdía en cavilaciones vanas, impotentes. Vio su vida en las formas del grisáceo diluido en el aire. Se secó los ojos muchas veces y muchas veces más se los mojó otra vez.
No pensó más en nada. Elevó su última plegaria al cielo, su último suspiro. Se dejó morir. Desangrando los recuerdos se quedó pasmado mirando al cielo desde el balcón. Ya no le importaba nada. Sólo ésa muerte ansiada le quedaba. No había más profundidad.
Se recostó en medio de su agonía contra la puerta y esperó. Abrió la boca para dejar salir su último aliento de la vida que llevó y le permitió llevarse todo. Murió instantáneamente, como mueren los que más ansían vivir.
Abrió los ojos del otro lado y respiró otra vez. Liviano y ya sin lágrimas caminó dando tumbos y sucumbió frente al cansancio en su cama recién hecha.
No hubo flores ni entierros... sólo él en su propia profundidad se cantó un réquiem y se dejó elevar hasta los cielos para comprenderlo todo.
Ya no habrá más llantos en su vida, ya no dejará más vacíos a su paso. Todo lo llenó con su exhalación final y luego inhaló un aire nuevo que lo llevará a lograr su felicidad.

- Entre vinos -

martes, 3 de diciembre de 2013

Subasta

- ¡¿Quién da más, quién da menos?! -
La multitud empieza a cacarear en crescendo y luego se hace imposible oír el precio y lo que ofrecen.

¿Qué se vende? - Alguien pregunta por el callejón en una de las esquinas de la plaza.

Es mi casa. - Se oye una voz que viene del rincón más oscuro.
Todos quedan aturdidos con el pequeño hombrecito que acaba de salir de las sombras. Sus trajes roídos (aunque elegantes en otros días), empolvados por los años, canas entrelazadas con su azabache en el cabello, ojos grandes y un poco adormecidos. Un poco encorvado, con una respiración lenta y los brazos recogidos sobre el pecho. No pensarían que tiene una casa suficientemente hermosa por la que habrían participado en la ruidosa subasta.

- Disculpe, ¿cómo dijo? -
- Es mi casa la que intentan vender aquí en la plaza. 

No sé bien cuál fue el precio inicial, pero han enloquecido. Se oyen algunas risas y se comentan los unos a los otros.

- Y, se puede saber ¿qué casa es la que intenta vender? No parece tener una casa muy bien ubicada, si me perdona la observación.
El hombre retoma su posición entre las sombras y se recuesta contra la pared. Se alcanza a percibir en el aire la nostalgia que lo cubre. Las cenizas en sus ropas podrían evidenciar que la ha perdido en un incendio. La gente empieza a acercarse y crece la intriga por el misterioso personaje.
Poco a poco se callan los susurros y el silencio se hace más profundo. Todos miran fijamente hacia el rincón, aunque no se ve un movimiento.
De repente se oye un estruendoso ¡Vendida! en la plaza y un suspiro hondo surge en la oscuridad.
Al voltear, el hombre ha empezado su camino en dirección opuesta al tumulto. Se aleja. Algunos, todavía atónitos por la escena que acaba de ocurrir, intentan averiguar más.
Nadie sabe a ciencia cierta quién era aquel. Algunos dicen sobre su procedencia, le ponen cuna en la realeza, otros lo dan por estafador. Nadie sabe qué ha perdido o ganado y el por qué vende su casa, que sólo se ve en un óleo publicado en el lugar de la subasta.

El comprador fue una mujer de extraña apariencia. Cabello un poco cano también, ropajes muy elegantes con pieles y botones dorados. Después de dar a conocer la enorme cifra con la que cerró la venta, ella lo miraba fíjamente mientras él partía. 

La pintura de la casa era bastante detallada. Los colores y las formas muy delicadamente puestos. Era una mansión campestre. Sus dos pisos en roca amarillenta combinaban muy bien con los jardines de arbustos con flores y el fondo de montañas bajas contra un cielo azul claro con pocas nubes. Ventanales grandes que parecían en madera y un camino de piedras que llevaba de la entrada a la puerta de la casa y hacia los jardines laterales. A cada lado un bosque de pinos planteaba su ubicación: No era muy lejos, al parecer, pero nunca se la había visto.

No había pasado mucho tiempo desde el fin de la subasta, pero ya la plaza estaba vacía. Sólo quedaba en ella la mujer con su mirada fija en el lento caminar del hombre al que había comprado su casa. Su vestido rojo contrastaba mucho con los colores oscuros del pueblo.
De pronto, al mirar más fijamente, descubrí que por sus mejillas rodaban lágrimas, aunque su rostro firme, inexpresivo, no me permitió saber por qué.

Cuando ya el hombre no se alcanzaba a distinguir en la distancia, ella bajó la mirada y secó delicadamente sus mejillas con un pañuelo. Lo dejó caer con una exhalación tan honda que parecía la última, volteó su mirada hacia la otra esquina de la plaza y se alejó caminando con su paso elegante sin mirar atrás.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Almitis

Derramando las lágrimas del dolor que superó las barreras de mis ojos y con más dolores en el cuerpo que un apaleado, intento dejar mi mente en blanco para poder descansar.

Que me estoy volviendo viejo, no lo dudo.

Los músculos de todo el cuerpo, incluso los que no parecen muy importantes, me apuñalan los nervios y mi cerebro ya no puede contener la información que llega por cada poro, en cada visión, en cada sensación en el ambiente, en el cotidiano compartir con todos.

Los brazos, siempre cansados, me han vuelto a doler. Me duelen desgastados de pintar en el aire los sonidos que quiero escuchar... y que no suenan. Sonidos que estoy perdiendo en mí mismo, porque ya no sé cantar. Los músculos del canto me duelen, del hablar, del pensar, del sentir.

Toda sensibilidad me está agotando y sólo quiero desconectar todo, para no sentir más... aún prefiriendo encontrar el lugar, la persona, la ocupación que me haga sentir pasión, vida, confianza... amor.

Se va acabando todo. Se oxidan los latidos, la sangre, las visiones... se van llenando de telarañas los sueños y los ojos perdiendo las funciones, intentan no mirar más.

Impotente ante las vidas que pasan... y sin más, se van.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Bitácora # 3

Lejos de dejar atrás todo lo malo que soy, cada vez con más fuerza y, a veces, sutileza logro hacer el caos.

Me cansé.

De todos los sueños que tuve, siempre quise cumplir el más estúpido... el único que jamás podré cumplir. Me pongo en automático otra vez, ya sin ganas de surgir. Perdí la gasolina, la malgasté en rutas siempre prohibidas y peligrosas; perdí los frenos, que se recalentaron; pinché mis llantas y mi motor ya se quemó.

No cumplo con los requisitos para este mundo... no sirvo.
Me cansé de ser así y no sé ser nada más. No quiero.
Escojo morir, aún sin quitarme la vida, dejando los latidos apagarse por su cuenta. Caminar cansado ya no basta, mirar con ojos hondos ya no es suficiente. Espero ansioso las manos frías, perder por completo las palabras y desconectar la sinapsis que me mantiene torpemente en mundos irreales.

Nacer en el siglo XVIII no habría bastado para satisfacer las locuras de una mente que no sirve para nada, de un corazón que corre y se arrastra por espinas... de un cuerpo que nunca ha dado muestras de lograr nada.
No basta al tener un alma vieja o cansada o rota.

Proseguiré mi camino, a donde me lleven los pies.
Tal como bien me lo recalcas... no tengo raíces y me place!
Prefiero mil veces seguir mis pies por caminos infinitos que vivir atrapado en jaulas de mentiras, sin poder cantar, sin poder volar, sin poder vivir...!

Dejo atrás todo, hasta mi nombre. Que se queden con él y los malos recuerdos que dejo también. Me voy con sus malos deseos y rumiando cada palabra amarga que me dieron. Resentido en el alma por no ser más que un torpe destructor de vidas, un grosero, un hiriente, un maldito...

Bien pueden reñir sobre mis restos y decidir a quién traté peor... y quién deberá escupir primero en la fila y quién apuñalará mi corazón!

- Venenoso -

martes, 17 de septiembre de 2013

Arenisca de Petra

Siento mis piernas temblar... caigo de rodillas, sudoroso y sucio.
Con la lanza que me has atravesado en el pecho hacia mi corazón, en cada intento de acercarme o alejarme me hiero más... la empujas con tu mismo amor, que llena de miedo me profesas.
Finalmente caigo sobre la arena, vencido, con los ojos llenos de infinito, de miedo, de lágrimas... y la sangre salpicada en todos lados, bañando la arena de un rojo negruzco.
La arena se mete en mis heridas y arde, pero no me muevo. Fijo en el infinito, con la boca abierta, permanezco. He quedado sordo y con eso, por fin aislado del mundo. No oigo los gritos de pavor ni las advertencias ni los abucheos.
Una punzada más atravesando mi espalda. Permanezco.
 En la mente no paro de preguntar ¿por qué? Y tú, impávida y sin aliento no sabes responder. Ves todo el ruedo y mi derrota sin moverte, sin respirar. Caigo frente a ti como un pedazo de carne lacerada y casi sin vida en la mirada. Me retiro perdedor sin poder dar la batalla que siempre perdí antes de empezar.
Mi corazón sigue latiendo, pero a saltos... va cediendo las fuerzas al dolor y se apaga en bocanadas de vida que se van perdiendo al viento.
Cada letra fue mi propio funeral sin yo poder siquiera parar de echarme la tierra encima, que ya sin esperanzas y sin voz no puedo más que ver desde arriba y dejar de insistir en imposibles.

Atónito espero despertar de la pesadilla de encontrarte y no tener ni un chance de tenerte.

- Tu-yo -

domingo, 15 de septiembre de 2013

Las des-ventajas de ser invisible

Justo terminé la película... y no puedo parar de pensar y sentir. Como no hay quien escuche, escribo.

Ser un don nadie, ser un marginado... a eso me dedico.
No es una búsqueda placentera, pero no hay escapatoria para un alma que no quiere ser descubierta. Sentir y ser lastimado de golpe por la brisa, por los recuerdos, por el futuro... quien pudiera lidiar con la carga de una pasión y sensibilidad sin par!

"Aceptamos el amor que creemos merecer" resuena en mi cabeza con un blues de fondo. Debo poner algo más alegre.

Ya no sé escribir, si es que en algún momento lo hice decentemente. Lo mismo que sentir y pensar y hacer... la vida ha cambiado tanto en tan poco tiempo. Ahora pienso que así debía empezar este escrito, pero ya no quiero borrar más.

Tal vez al leer esto alguien le encuentre sentido o nadie le preste atención. Yo solo voy a dejar mi mente fluir sin límites.

"No soporto ver tanto dolor en los rostros de la gente", algo así decía Charlie. ¡Y qué rostro más triste! Ahora me miro al espejo y veo lo mismo. Veo el dolor de la gente a mi alrededor y como intento lo imposible de mostrar algo mejor, que no tengo adentro. Porque adentro estoy vacío, en suspensión. Con los ojos entreabiertos veo más.

El miedo, el dolor, la ansiedad... y Emma Watson viéndose tan elegante y preciosa. Dónde estará mi Emma Watson que lo puede todo!? Que me mirará a los ojos y sacará de mí toda la luz oculta y con libertad podré pararme tras la camioneta con los brazos abiertos hacia el mundo.
¿Acaso debemos seguir aceptando sólo lo que creemos merecer?

¿Qué me merezco yo? Es una pregunta interesante. ¿Acaso los errores son seres inmortales que nos acompañarán siempre, acaso los sueños son sus enemigos y la vida tiene que pararse en los baches que dejamos al estrellar mundos contra nuestros mundos? Cuando ya no creo merecer nada, no tiene sentido pedir más.

No hilo, no hilo...

Puedo cogerme la cabeza y llorar, pero no salen lágrimas. Y tengo los síntomas otra vez: la respiración cortada, los ojos a media asta, los brazos descolgados, ésa expresión que otrora cambiara el día más luminoso en un día de lluvia y que ahora no se nota, nadie ve.

Las ventajas de ser invisible... un observador. Ése soy yo. Y desde aquí, tras la barrera, veo todo el show del que no quiero participar. Me resigné a ser espectador porque al invertir siempre pierdo, porque no sé apostarle al mejor caballo y la sinceridad o la falta de malicia no son ideales para jugar los juegos llenos de azar de la vida.

¿A quién culpar? Es una simple película que un día llegará a su fin... mientras escribo mis líneas, el guión se va completando en otros lugares del mundo que me llevarán hacia caminos que no preví. Eso no es tan malo. Y las imágenes pasan por mi cabeza, las del futuro, las de los sueños que se gestan cada vez que le hago el amor a la vida. Toda esa energía desperdiciada.

Todavía hay mucho trancón de palabras inútiles tratando de salir... se solucionaría todo con una palabra tuya, con un abrazo, con un beso... con tus manos cogiendo las mías con la fuerza de la naturaleza llamándome a su seno, hacia el exitoso clímax de vivir... si tan solo existieras justo aquí y ahora, si no tuviera que esperar mil años más para encontrarte, si al leer esto, en cualquier parte del mundo, llegaras a mí como impulsada por algo incontrolable... pero eso no es así.

Y, bueno... de pronto, la vida me escribe cosas lindas, inesperadas... como coqueteando siempre, como que me acechas y me entretienes y me espantas... y te abrazo, vida, porque no hay más que hacer, aunque me duelas y me lleves de un lado para otro...

- Cantidad de cosas -

domingo, 1 de septiembre de 2013

- Solo -

Todo este amor desperdiciado siempre.

Tantos latidos que lejos de lubricar mis venas y llevar oxígeno a cada rincón, se gastan, se vacían de sangre, se acercan al infarto. Nada más absurdo que sentir.

Que cada vez con intensidad intento alcanzar la meta que desde los sueños he planteado, encontrando personas que en el gran teatro del mundo logran venderme su papel, que se acercan a mi corazón y lo ayudan a latir con manos que después se notan llenas de espinas. Tan odioso que se me hace creer cada día más.

Que nunca es suficiente hacer todo y tener las antenas conectadas con los mundos infinitos de los que casi nadie sabe. Del amor más hondo que se puede ofrecer, de los besos más apasionados, del abrazo más cálido en invierno. Que basta no tener bolsillos anchos ni brazos musculosos para ser desechado y reemplazado por cualquiera.

Me harté de ser usado...

Que nadie más vendrá a venderme con ojitos de ilusión, para luego darme puños por la espalda, para verme desangrar con una sonrisita en los labios y burlarse de mi dolor con chistes y reproches.

¡NO!

Me niego a que mi corazón lata más fuerte, me niego a que me digas que no soy suficiente, me niego a estar así más por tu culpa... a que me digas que me amas por impulso cuando hierves de placer y después me eches por la borda con las vísceras al sol.

- Exorcismo -

jueves, 29 de agosto de 2013

Frutos Rojos

Qué días...

Desde anoche, que te dije lo que te dije, no he hecho más que rumiar mis palabras.
Te miré fijamente a los ojos y con la seguridad de los años, del que sabe lo que está hablando, te revelé todo mi corazón entre palabras bien construidas. Un único fin. 

Recuerdo que dije "inteligentemente". Sí, a ésa palabra le siguió la revelación de mi sequedad en el corazón... y repetí: "...con inteligencia te digo lo que te digo." Y te lo dije así no más. Con el favor de mis neuronas y el perdón de mi corazón por hablar sin poesía ni artilugios varios. Así, a quemarropa y sin titubear.

Y te vi mientras hablaba. Con los ojos brillantes y a veces agüados, a veces aterrados de oír tales cosas, con la incertidumbre, con fuego, con ganas de mí. Y me pediste mil besos que no te di. Y me cogiste la mano. Ésa caricia de tus manos que es tranquilizante, que fluye como un río por mi piel, sin detenerse, sin vacilar, sin dejarme descubierto... aún con tus manos pequeñas puedes abrazarme todo, hasta lo que no se ve. Incluso debajo de eso.

El sillón era muy cómodo. ¿Serviría de cama también? Por qué ponerse delicados... no necesito cama para demostrarte lo que te dije. Bebí de ti, de tus ojos, de tus manos, de tu cuerpo... pero tu alma fue la que me dejó insaciable. Intenté sumergirme y tocar fondo, llevé mil tanques de oxígeno para la travesía... todo fue en vano. En la inmensidad de tu ser me pierdo como en el centro del mar. Y el faro de tus ojos, que me guía, me deja estupefacto, encandilado de belleza... embriagado.

Y te dije lo que te dije. Y te lo dije porque sí, porque quise. Porque no tengo sino eso.

Ya mi corazón lo grita desde antes, pero es un niño que hace rabietas. Nadie hace caso a eso. No a mi edad. Soy ya un padre sin hijos. Los quiero, sí. Mientras llegan me toca lidiar con ése pobre pequeño corazón que brinca y juega y corre. Pero, no, ésta vez te lo dije como te lo dije. Así, sin brinquitos ni juegos ni correteos. Así, a secas. Sin pestañear, sin voltear la cabeza o recordar una frase de Shakeaspeare o de Internet. Sin reproducir un cassette, sin planear. Pero bien pensado.

Y luego le siguió lo que siguió. Porque no es posible estar en el mismo o en diferente punto geográfico sin que pase. Por eso te dije lo que te dije. Y es que lo que te dije tiene que ver con eso, precisamente.
Porque es lo que causa ésta retahíla, ésta conversación. Claro que puedes preguntarme lo que quieras.

Siempre volveré a decir lo mismo. Tal vez de mil formas nuevas. Pero siempre será lo mismo porque te lo dije como te lo dije... eso no se dice así, normalmente. Siempre se dan largas y se inventan razones.
Yo no quise. Así, con lo puntual y lo general. Así, con los sentidos puestos.

Tomamos jugo y té. Eso facilitó las cosas. Siempre estamos intentando darnos más y quitar las cosas que lo impiden. Pero, anoche, la embriaguez ya estaba allí. No fue necesario el alcohol, porque tus manos son lo que necesito para perder el miedo, porque tus ojos me liberan de todo.
Y así, a diestra y siniestra te dije lo que te dije sin temor, sin opresión.

Y por eso, con la última tanda de besos, tu última mirada y el último abrazo, supe que cuando te dije que TE AMO y que te siento mía, tú supiste lo mismo y lo dije como debía.


- Recuerdos -

miércoles, 21 de agosto de 2013

Más me adentro, más te amo...

Que casi siempre eres perfecta, hasta cuando me hieres; hasta cuando me empujas y me dejas... 
Y es justo cuando me dejas que descubro que me quieres porque veo el hueco que deja tu ausencia si te alejas...

Que descubrir el fuego en tu mirada, a la hora del amor, con esa misma furia que arremetes contra mis bahías... 
Y es justo tu piel entremetida con la mía, con ese cruel dolor de cuando te siento única y mía, dadora infinita de alegría...

Que al sentir tus brazos sobre mis hombros o tu suave golpe contra mi pecho; con ése deseo incontrolable de tu corazón y el mío... 
Y es justo en ése golpe de tu puño o tus besos en mi lecho cuando más arde mi corazón y fluye infinito como un río...

Que si nado por tu mar, bañado de pasión sobre tu cuerpo sintiendo la libertad y el amor en pleno... 
Y es justo mientras pataleo y nado y siento tu propio cielo siempre abierto hacia el espacio insaciable de mi sed de lo más bello...

Que si pudiera verte, hablarte o besarte todo el tiempo, con estos mismos labios derramando cientos de versos... 
Y es justo mientras te cuento, te recuerdo y te lo advierto que este amor sigue creciendo sin que puedas detenerlo...

Entre más me adentro, más te amo, más te siento
más te quiero, más te mimo, más encuentro,
más te añoro, más deseo, más mis lágrimas al viento...
Más requiero tu presencia en cada espacio de mi tiempo.

- En harapos -

viernes, 9 de agosto de 2013

Feelin'

"Que nunca me he sentido así..."

Que está peligroso el ambiente, sí. Pero es que nadie sabe cuándo puede ocurrir un terremoto o una avalancha. Los cálculos pueden ser muy cercanos a la realidad, pero la vida propia de la tierra se administra con tantas variables que no te lo puedo asegurar.

Pero sí tengo certezas. No me baso en matemáticas para decirte que es mi corazón el que salta hacia ti, no yo. Acordamos no saltarnos encima muchas veces, aunque los ojos de la noche, la luna y las estrellas nos vieron entrar en miles de besos y salir de lámparas hacia rincones de pasión.

Es imposible que mi centro de gravedad deje de empujarme hacia ti. Es que tienes esos ojos que equilibran todo. Debe ser una alucinación del viento que el verano trae del mar o puede ser arena en los ojos. Aunque llevo varios días que no me baño en las mismas aguas y las aguas que me tocaron aquí jamás me volvieron a tocar, porque ya no fui el mismo que llegó a bañarse en ellas.

Decirte lo mucho que siento los picos y las simas, no es suficiente. No es lo mucho que me duele perderte, cuando casi no fuiste mía, sino perderte para siempre en mi vida por el dolor que contra el piso mojado de antaño recibimos de resbalón, por mi falta de cuidado.

No hago más que agachar la cabeza en reverencia, porque ante ti, mi amada majestad, no puedo más que asentir con devoción. Que tanto se ha despertado incluso a miles de kilómetros, que no hay mayor deseo que arrullarle entre mis brazos con cariño y protección.

Has venido a mi vida entre lirios de colores... y yo los he regado con amor. Sé cultivar, pero al cosechar siempre soy torpe y derrocho frutos de deliciosos sabores. No me dejes desperdiciar el sabor que desde tu boca me ha alimentado y el abrigo que cuando estaba más inerme me ha arropado, porque para tí surgió mi vida de la misma nada y así, sin pensar en nada, nos encontramos los dos.

- Recuerdos de viaje -