martes, 17 de septiembre de 2013

Arenisca de Petra

Siento mis piernas temblar... caigo de rodillas, sudoroso y sucio.
Con la lanza que me has atravesado en el pecho hacia mi corazón, en cada intento de acercarme o alejarme me hiero más... la empujas con tu mismo amor, que llena de miedo me profesas.
Finalmente caigo sobre la arena, vencido, con los ojos llenos de infinito, de miedo, de lágrimas... y la sangre salpicada en todos lados, bañando la arena de un rojo negruzco.
La arena se mete en mis heridas y arde, pero no me muevo. Fijo en el infinito, con la boca abierta, permanezco. He quedado sordo y con eso, por fin aislado del mundo. No oigo los gritos de pavor ni las advertencias ni los abucheos.
Una punzada más atravesando mi espalda. Permanezco.
 En la mente no paro de preguntar ¿por qué? Y tú, impávida y sin aliento no sabes responder. Ves todo el ruedo y mi derrota sin moverte, sin respirar. Caigo frente a ti como un pedazo de carne lacerada y casi sin vida en la mirada. Me retiro perdedor sin poder dar la batalla que siempre perdí antes de empezar.
Mi corazón sigue latiendo, pero a saltos... va cediendo las fuerzas al dolor y se apaga en bocanadas de vida que se van perdiendo al viento.
Cada letra fue mi propio funeral sin yo poder siquiera parar de echarme la tierra encima, que ya sin esperanzas y sin voz no puedo más que ver desde arriba y dejar de insistir en imposibles.

Atónito espero despertar de la pesadilla de encontrarte y no tener ni un chance de tenerte.

- Tu-yo -

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