Probablemente tu corazón ha puesto mis últimas palabras encima de todo lo demás... y ya no hay más que hacer.
Cargo luto desde hace tanto tiempo, que ya no lo puedo dejar. No lloro, no me lamento, no lo comento pero es verdad.
Es como si de repente mi vida, la vida en la que soy feliz y hago las cosas con pulso, con calor, se me hubiera ido. Sólo me agarro fuerte todos los días para no dejarme ir. Paro un segundo a llorar y la mueca se me hace familiar. Dura un segundo no más, pero es tan condensado, tan profundo, tan... doloroso.
Nadie lo nota. Nadie lo ve. A veces el esfuerzo es enorme...
Estoy haciendo mucho más, sabes? Hay mil proyectos más, mil cosas de ésas que soñé y que siempre están en lo profundo. Y simplemente estás ahí, cada día, en cada palabra, en cada idea. Todavía, a pesar de todo, eres más que gasolina para mi corazón. Y mientras te escribo, puedo ver tu cara... tus muecas y tus frases, a veces puede que llores, otro día ignorarás todo. Me hace feliz poder recordarte, tan adentro.
Hace poco tuve un sueño: Iba caminando y vi un par de niños pequeños. Lindos, llenos de ése amor que tanto ansié en la vida y que obtuve de ti. Pero, no iban de mi mano. Alguien los llevaba delante mío. Y sonreí porque los imaginé míos. Los abracé en secreto y deseé que sus padres pudieran amarlos tanto como yo lo haría. Alguien que me vio, se sentó a mi lado, me rozó la pierna y dijo: "Yo puedo cumplir tu deseo". No la miré, porque ya no miro a las personas por miedo a encontrarte, encontrar algo más que me recuerde... Me recosté un segundo al respaldar de mi asiento y antes de pensar si quiera me volteo hacia ella y con un gesto absolutamente hondo y solemne, triste, pausado, con los ojos cerrados, suspiro: "No... no puedo. Ésa oportunidad ya pasó. Se fue". Abrí los ojos de repente y comprendí al despertar que... así sería mi vida ahora.
Voy a extrañarte todo el tiempo...
No es un dolor como los otros. No me recuerda otros dolores, no revive historias. Y aunque toda la vida me preparé para sentir un amor así... nadie te prepara para la viudez. Nada puede hacerlo. No es un dolor cualquiera. Y pienso en tus dolores... aquellos que hablamos más de una vez y que lloré contigo desde acá. Así debe sentirse. El miedo, la tristeza sin fondo, sin piso. Un sólo deseo: ser feliz otra vez. Y de repente, sé que siempre supe más de ti y ahora compartimos ésa pérdida irremediable. Y te amo más. Siempre comprendí en lo profundo de mi corazón que debía hacerte tan feliz como nunca y que debía ser eterno. No reparé en gastos, no reparé en mis propias pérdidas. Y lo haría de nuevo.
He sido de todo y me avergüenzo cada segundo de los recuerdos de toda una vida mal hecha. Y siempre tus recuerdos son intocables. El asma, las bolsas de compras, las palabras, los sonidos horribles de tu celular. Tu caminar a mi lado, tus manos sobre las mías. Conozco más de una persona que me odiaría por decirlo. Es mi media vida la que se fue contigo. Autómata y sostenido por las ideas que me alimentan, la necesidad de hacer y tu recuerdo siempre presente en mi memoria, vivo sobreviviendo en paz. Las angustias de otros tiempos ya son tan simples como caminar, aunque se me ha hecho difícil caminar por los calambres y la visión un poco borrosa. Tú entenderías y te burlarías. Y seríamos tan felices si estuvieras aquí.
Constantemente miro al cielo y pienso en ti. Luego, bajo la mirada y hago una pequeña oración. Camino unos pasos y vuelvo a mirar. Cada vez más lento mi andar y más pausada mi vida, sólo espero dejarlo todo, dar hasta la última gota de sudor, el último aliento en batalla, y con ése impulso, llegar hasta ti cuando nos encontremos en la eternidad.
Aquí estaré siempre a tu lado y tú al mío...
martes, 14 de enero de 2014
martes, 7 de enero de 2014
Sobrevolando
Siento una libertad aterradora corriendo por mis nervios. El viento en la cara, los pies inquietos, los brazos extendidos hacia los lados, agitado, con el corazón palpitando cual carrera de caballos.
Voy al trote. Quieto. Vuelvo a trotar.
Voy volando sobre la vida tratando de mirar con poco detalle el paisaje.
Extraño todo aunque no sea capaz de hacer más, aunque no haya reversa ni avance en las búsquedas que no entiendo de la vida.
La música se me agolpa en el corazón sin tener donde ir, sin poder salir, sin poder llegar al destinatario ideal.
Sigo temblando mientras muevo las alas. Vacío sin piso encuentro una rama frágil de tanto en tanto.
Vuelo sobre la vida con poco aleteo, planeando entre las ramas y peñascos, cruzando ríos y mares para alcanzar el horizonte.
Voy al trote. Quieto. Vuelvo a trotar.
Voy volando sobre la vida tratando de mirar con poco detalle el paisaje.
Extraño todo aunque no sea capaz de hacer más, aunque no haya reversa ni avance en las búsquedas que no entiendo de la vida.
La música se me agolpa en el corazón sin tener donde ir, sin poder salir, sin poder llegar al destinatario ideal.
Sigo temblando mientras muevo las alas. Vacío sin piso encuentro una rama frágil de tanto en tanto.
Vuelo sobre la vida con poco aleteo, planeando entre las ramas y peñascos, cruzando ríos y mares para alcanzar el horizonte.
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