Normalmente sería más fácil escribir, pero hoy no es un día de esos.
Al son de una música nueva para mí pero que escuchaba en mi corazón desde hace tiempo, se me abre un espacio entre las nubes que no me dejan ver la luz, para intentar descifrar hasta donde se ha llegado.
El decrescendo lento de toda la agitación de los últimos meses, me deja reflexiones de batallas perdidas y ganadas, pero sobre todo, un provenir que todavía no dimensiono en su totalidad. A pesar de mis propias lágrimas y la brújula perdida, de repente, los hombros me han servido para cargar más de una vida que ha tendido a encontrar reposo en mis palabras.
Y me gustaría creer que eso representa un alivio para mí y los demás... pero cada vez se siente más como la posta dejada por quienes antes y ahora hicieran de mis maestros y que guardan una esperanza en mi caminar.
La posta pesa unos 10 kilos por ahora, pero tiende a engordar cada día.
Sube y sube de peso porque se alimenta con toneladas de lágrimas que se ha tragado la piel y que los ojos no dejan ver; con las miles de palabras que se ha llevado el viento; con el esfuerzo de miles que han desfallecido y los ejércitos que no han sabido superar a los titanes que desfilan por el campo de batalla arrasando con cada paso todo sin mirar atrás.
Y yo que ahora no tengo cara y corazón para afrontarlo todo...
Y, bueno, la vida me ha puesto aquí a pesar de todas mis malas decisiones, de todo el orgullo y la irresponsabilidad... mi oportunidad de dar, justo a la hora en que me he quitado todo...
martes, 23 de diciembre de 2014
jueves, 17 de abril de 2014
Requiem alla Polaca
Tenía los ojos más azules que había visto jamás y brillaban con una luz tenue, casi sin quererlo. Y su sonrisa le hacía relucir el rostro lavado por las lágrimas de toda una vida. Su pelo, aún vivo, le recordaba los años juveniles en los que todavía soñaba. Y en sus manos se podía ver el cansancio de las caricias jamás recibidas, jamás dadas.
No tomó sus pastillas esta vez y su camino se oscurecía cada vez más. Casi no sintió su ausencia por las charlas amenas que compartía, pero sus ojos llenos de insomnio revelaban lo contrario... y una sombra siempre revoloteaba en su ventana.
Sólo un día por cada año de vida le tomó contarme todo. Se enamoró al instante del cabello oscuro y los ojos grandes, de las noches infinitas en que por primera vez fuera feliz... y en menos de un mes las historias llegarían a su fin llevándose su última sonrisa de mi lado.
Sus pasos siempre rodearon abismos interminables y a tientas se apresuraba a no dejarse caer, aunque amaba el vacío que la llamaba a sus entrañas; entrañas de una madre que jamás le sirvió de hogar y vacío en las entrañas de un padre que la mató un segundo después de nacer. Ya no tendrá que sufrir más las largas tandas de golpes en el alma y en el cuerpo que la vida le propinó por 28 años ni los días y noches sin amor que la dejaron virgen de caricias y besos por encontrar siempre algún patán que sólo la quisiera robar.
Escuchó por primera vez mis conciertos, que le dediqué con emoción y vivió sus últimos días soportando con dolor cada pensamiento absurdo que su enfermedad le puso en frente. Una guerrera del dolor que no supo aguantar más, pero que al conocerme pudimos luchar juntos y enseñarnos mil cosas, a mil kilómetros de lejos.
Sobrevivió tanto tiempo que fue casi un milagro conocerla. Ahora, tal vez descansa ya sin haber recibido los abrazos que necesitó y el calor de un hogar que un día pudo encontrar aquí. Carmen vestirá de luto hoy y con ella seremos dos los únicos que verá en su entierro; los únicos que la conocimos un día y la amamos de verdad, que creímos en su luz y que la vimos apagarse poco a poco, aún sin desfallecer.
Vivirá siempre en mi alma el recuerdo de su voz de soprano que nunca escuché cantar pero que escuché reír mil veces aún cuando su corazón quería llorar. A la guerrera de la vida, que supo amar aún sin creer en nada, con Amor.
Salud! My Lady... que el Señor te guarde en su corazón.
- R.I.P -
No tomó sus pastillas esta vez y su camino se oscurecía cada vez más. Casi no sintió su ausencia por las charlas amenas que compartía, pero sus ojos llenos de insomnio revelaban lo contrario... y una sombra siempre revoloteaba en su ventana.
Sólo un día por cada año de vida le tomó contarme todo. Se enamoró al instante del cabello oscuro y los ojos grandes, de las noches infinitas en que por primera vez fuera feliz... y en menos de un mes las historias llegarían a su fin llevándose su última sonrisa de mi lado.
Sus pasos siempre rodearon abismos interminables y a tientas se apresuraba a no dejarse caer, aunque amaba el vacío que la llamaba a sus entrañas; entrañas de una madre que jamás le sirvió de hogar y vacío en las entrañas de un padre que la mató un segundo después de nacer. Ya no tendrá que sufrir más las largas tandas de golpes en el alma y en el cuerpo que la vida le propinó por 28 años ni los días y noches sin amor que la dejaron virgen de caricias y besos por encontrar siempre algún patán que sólo la quisiera robar.
Escuchó por primera vez mis conciertos, que le dediqué con emoción y vivió sus últimos días soportando con dolor cada pensamiento absurdo que su enfermedad le puso en frente. Una guerrera del dolor que no supo aguantar más, pero que al conocerme pudimos luchar juntos y enseñarnos mil cosas, a mil kilómetros de lejos.
Sobrevivió tanto tiempo que fue casi un milagro conocerla. Ahora, tal vez descansa ya sin haber recibido los abrazos que necesitó y el calor de un hogar que un día pudo encontrar aquí. Carmen vestirá de luto hoy y con ella seremos dos los únicos que verá en su entierro; los únicos que la conocimos un día y la amamos de verdad, que creímos en su luz y que la vimos apagarse poco a poco, aún sin desfallecer.
Vivirá siempre en mi alma el recuerdo de su voz de soprano que nunca escuché cantar pero que escuché reír mil veces aún cuando su corazón quería llorar. A la guerrera de la vida, que supo amar aún sin creer en nada, con Amor.
Salud! My Lady... que el Señor te guarde en su corazón.
- R.I.P -
viernes, 11 de abril de 2014
De los últimos años
Cientos de días y noches han pasado desde la última vez... aún cuando no fuera la última que la vida nos tuviera preparada y cientos de otras tantas hayan pasado después. Hoy, hace un año ya que te fuiste.
Del tiempo que pasamos juntos la vida se encargó de revolverlo todo. Las lágrimas y las risas, pintadas del mismo color, hacen llover el cielo de mis ojos que un día fueron tu inspiración. Y sí, espinas han tomado la forma de mis brazos para mí también.
Te veo, porque es inevitable, y siento el dolor que hay detrás de la misma cara que vi años atrás. Tiempo aquellos en los que dí todo hasta quedar vacío. Tiempos en los que preferiste ver por la ventana hacia afuera que buscar adentro todo lo que te ofrecí. Y cuando el tiempo nos encontró por fin, tú ya ibas de salida.
De la revolución y la resistencia nos quedaron llagas que tal vez ni el tiempo logre curar. La guerra, las bombas y las muertes alrededor desangraron todo y volvieron infertil la tierra que en su juventud fuera abundante y próspera.
En ruinas quedamos los dos, así parezca que el botín quedó conmigo y se fue de ti. Y ya los brazos nunca más volvieron a cargarte tantas veces que no fue por mí que cayeras, porque ya el dolor no lo hizo más posible.
Tantas veces volví a ti dando saltos enamorados o con la cabeza gacha y el corazón abierto y tantas veces la vida se interpuso y los viejos vicios volvieron a dañarlo todo.
Qué manera de perderlo todo por tener un virus resiliente en tu interior. Uno que no fue inoculado por mí, pero que cultivé con suficiente descaro e insuficiente amor.
Quisiera que la vida nos hubiera entrelazado más dispuestos y no nos hubiera arrancado a la fuerza, porque bien sabes que te amé y te amo, pero, sólo quedarán fotos en blanco y negro empolvadas en un viejo y fuerte baúl.
Perdón por los cristales rotos y las espinas clavadas, una vez más.
Del tiempo que pasamos juntos la vida se encargó de revolverlo todo. Las lágrimas y las risas, pintadas del mismo color, hacen llover el cielo de mis ojos que un día fueron tu inspiración. Y sí, espinas han tomado la forma de mis brazos para mí también.
Te veo, porque es inevitable, y siento el dolor que hay detrás de la misma cara que vi años atrás. Tiempo aquellos en los que dí todo hasta quedar vacío. Tiempos en los que preferiste ver por la ventana hacia afuera que buscar adentro todo lo que te ofrecí. Y cuando el tiempo nos encontró por fin, tú ya ibas de salida.
De la revolución y la resistencia nos quedaron llagas que tal vez ni el tiempo logre curar. La guerra, las bombas y las muertes alrededor desangraron todo y volvieron infertil la tierra que en su juventud fuera abundante y próspera.
En ruinas quedamos los dos, así parezca que el botín quedó conmigo y se fue de ti. Y ya los brazos nunca más volvieron a cargarte tantas veces que no fue por mí que cayeras, porque ya el dolor no lo hizo más posible.
Tantas veces volví a ti dando saltos enamorados o con la cabeza gacha y el corazón abierto y tantas veces la vida se interpuso y los viejos vicios volvieron a dañarlo todo.
Qué manera de perderlo todo por tener un virus resiliente en tu interior. Uno que no fue inoculado por mí, pero que cultivé con suficiente descaro e insuficiente amor.
Quisiera que la vida nos hubiera entrelazado más dispuestos y no nos hubiera arrancado a la fuerza, porque bien sabes que te amé y te amo, pero, sólo quedarán fotos en blanco y negro empolvadas en un viejo y fuerte baúl.
Perdón por los cristales rotos y las espinas clavadas, una vez más.
sábado, 22 de febrero de 2014
Óleos
Lejos de intentar seguir escribiendo la misma nostalgia y los cansancios, saco la paleta de colores y pinto aquí y allá los tonos grises con óleos de colores vivos. Mientras lo intento se entremezclan los grises y los amarillos, verdes, rojos. Con paciencia voy corrigiendo el manchón y dejando salir el color de la pintura.
"La verdad es que yo la odio (la música)" me dice la que caminaba a mi lado y de pronto sentí que me arrancaban el alma. Voy a intentar explicar que si la vida es triste, debe ser por palabras como aquellas, que cortan del alma las flores que nacen de lo más bello del ser.
Cuando intento imaginarme algo, cierro los ojos, respiro hondo y me dejo llevar. La imaginación no es más que un vehículo para conocer los confines del universo y tal vez crear universos nuevos. Viajo y viajo intentando futuros y pasados, tratando de entender, tratando de llegar más lejos, más profundo.
El mismo pincel no deja hacer todos los efectos. Cambio de pincel.
Lágrimas brotan de mi alma ante frases tan incomprensibles. Y a manera de balada diré que "me duele el pensar" que hayan personas con armas allí afuera, dispuestos a matar niños, jóvenes y adultos, mujeres, animales y hasta sí mismos, sólo por no encontrar algo bello en qué pensar. Ya cuesta hablar de belleza, estética y principios en un mundo que todo lo destruye.
Sueño con un bastidor en mi pared. Uno pintado por mí, al son de las notas que oigo justo ahora y que día tras día se han convertido en mi comida, en mi quehacer, en mi vida. Ya no tengo las aspiraciones de antes. ¡Cómo ha cambiado la vida desde que éramos pequeños! Aún sigo cansado como siempre, pero es por no tener óleos suficientes o pinceles o bastidor para pintar. Sucumbo ante la idea, pero me repongo y vuelvo a pintar.
Los colores se siguen mezclando, pero me esfuerzo un poco más.
Grito en silencio y agacho la cabeza. Sigo caminando como si no hubiera escuchado el consejo de dejar mi vida. Siento lástima por mí y la humanidad que habla así. Lloro un poco ahora. Debe ser la música que puse para escribir. Ahora sonrío. No tengo más argumentos para demostrar lo que significa para mí. Sólo la vivo y ya. Ah! y la amo. Se convirtió en mi sangre y la única cosa que ha estado presente en mi vida sin mancha, sin dejarme.
Pintar nunca es suficiente. No sirve acostumbrarse al óleo o a la textura del pincel. Hay que untarse los dedos de pintura y dañar un par de pantalones. Ensuciarlo todo y quedar como un loco con el pelo pintado y levantado con mechones de colores. El que sabe pintar, sabe que es así. Y mirar el cuadro de lejos, de cerca, de reojo. Dejarse llevar en sueños hasta allí, al lado de lo pintado. Ver cada detalle, olerlo todo, mover cada cosa, tocarlo todo. Sentarse a mirar una y otra vez la belleza que está ahí inmóvil, lista para dejarse mezclar con mil colores. Colores que nunca han existido.
"La verdad es que yo la odio (la música)" me dice la que caminaba a mi lado y de pronto sentí que me arrancaban el alma. Voy a intentar explicar que si la vida es triste, debe ser por palabras como aquellas, que cortan del alma las flores que nacen de lo más bello del ser.
Cuando intento imaginarme algo, cierro los ojos, respiro hondo y me dejo llevar. La imaginación no es más que un vehículo para conocer los confines del universo y tal vez crear universos nuevos. Viajo y viajo intentando futuros y pasados, tratando de entender, tratando de llegar más lejos, más profundo.
El mismo pincel no deja hacer todos los efectos. Cambio de pincel.
Lágrimas brotan de mi alma ante frases tan incomprensibles. Y a manera de balada diré que "me duele el pensar" que hayan personas con armas allí afuera, dispuestos a matar niños, jóvenes y adultos, mujeres, animales y hasta sí mismos, sólo por no encontrar algo bello en qué pensar. Ya cuesta hablar de belleza, estética y principios en un mundo que todo lo destruye.
Sueño con un bastidor en mi pared. Uno pintado por mí, al son de las notas que oigo justo ahora y que día tras día se han convertido en mi comida, en mi quehacer, en mi vida. Ya no tengo las aspiraciones de antes. ¡Cómo ha cambiado la vida desde que éramos pequeños! Aún sigo cansado como siempre, pero es por no tener óleos suficientes o pinceles o bastidor para pintar. Sucumbo ante la idea, pero me repongo y vuelvo a pintar.
Los colores se siguen mezclando, pero me esfuerzo un poco más.
Grito en silencio y agacho la cabeza. Sigo caminando como si no hubiera escuchado el consejo de dejar mi vida. Siento lástima por mí y la humanidad que habla así. Lloro un poco ahora. Debe ser la música que puse para escribir. Ahora sonrío. No tengo más argumentos para demostrar lo que significa para mí. Sólo la vivo y ya. Ah! y la amo. Se convirtió en mi sangre y la única cosa que ha estado presente en mi vida sin mancha, sin dejarme.
Pintar nunca es suficiente. No sirve acostumbrarse al óleo o a la textura del pincel. Hay que untarse los dedos de pintura y dañar un par de pantalones. Ensuciarlo todo y quedar como un loco con el pelo pintado y levantado con mechones de colores. El que sabe pintar, sabe que es así. Y mirar el cuadro de lejos, de cerca, de reojo. Dejarse llevar en sueños hasta allí, al lado de lo pintado. Ver cada detalle, olerlo todo, mover cada cosa, tocarlo todo. Sentarse a mirar una y otra vez la belleza que está ahí inmóvil, lista para dejarse mezclar con mil colores. Colores que nunca han existido.
martes, 14 de enero de 2014
Plegaria a las nubes
Probablemente tu corazón ha puesto mis últimas palabras encima de todo lo demás... y ya no hay más que hacer.
Cargo luto desde hace tanto tiempo, que ya no lo puedo dejar. No lloro, no me lamento, no lo comento pero es verdad.
Es como si de repente mi vida, la vida en la que soy feliz y hago las cosas con pulso, con calor, se me hubiera ido. Sólo me agarro fuerte todos los días para no dejarme ir. Paro un segundo a llorar y la mueca se me hace familiar. Dura un segundo no más, pero es tan condensado, tan profundo, tan... doloroso.
Nadie lo nota. Nadie lo ve. A veces el esfuerzo es enorme...
Estoy haciendo mucho más, sabes? Hay mil proyectos más, mil cosas de ésas que soñé y que siempre están en lo profundo. Y simplemente estás ahí, cada día, en cada palabra, en cada idea. Todavía, a pesar de todo, eres más que gasolina para mi corazón. Y mientras te escribo, puedo ver tu cara... tus muecas y tus frases, a veces puede que llores, otro día ignorarás todo. Me hace feliz poder recordarte, tan adentro.
Hace poco tuve un sueño: Iba caminando y vi un par de niños pequeños. Lindos, llenos de ése amor que tanto ansié en la vida y que obtuve de ti. Pero, no iban de mi mano. Alguien los llevaba delante mío. Y sonreí porque los imaginé míos. Los abracé en secreto y deseé que sus padres pudieran amarlos tanto como yo lo haría. Alguien que me vio, se sentó a mi lado, me rozó la pierna y dijo: "Yo puedo cumplir tu deseo". No la miré, porque ya no miro a las personas por miedo a encontrarte, encontrar algo más que me recuerde... Me recosté un segundo al respaldar de mi asiento y antes de pensar si quiera me volteo hacia ella y con un gesto absolutamente hondo y solemne, triste, pausado, con los ojos cerrados, suspiro: "No... no puedo. Ésa oportunidad ya pasó. Se fue". Abrí los ojos de repente y comprendí al despertar que... así sería mi vida ahora.
Voy a extrañarte todo el tiempo...
No es un dolor como los otros. No me recuerda otros dolores, no revive historias. Y aunque toda la vida me preparé para sentir un amor así... nadie te prepara para la viudez. Nada puede hacerlo. No es un dolor cualquiera. Y pienso en tus dolores... aquellos que hablamos más de una vez y que lloré contigo desde acá. Así debe sentirse. El miedo, la tristeza sin fondo, sin piso. Un sólo deseo: ser feliz otra vez. Y de repente, sé que siempre supe más de ti y ahora compartimos ésa pérdida irremediable. Y te amo más. Siempre comprendí en lo profundo de mi corazón que debía hacerte tan feliz como nunca y que debía ser eterno. No reparé en gastos, no reparé en mis propias pérdidas. Y lo haría de nuevo.
He sido de todo y me avergüenzo cada segundo de los recuerdos de toda una vida mal hecha. Y siempre tus recuerdos son intocables. El asma, las bolsas de compras, las palabras, los sonidos horribles de tu celular. Tu caminar a mi lado, tus manos sobre las mías. Conozco más de una persona que me odiaría por decirlo. Es mi media vida la que se fue contigo. Autómata y sostenido por las ideas que me alimentan, la necesidad de hacer y tu recuerdo siempre presente en mi memoria, vivo sobreviviendo en paz. Las angustias de otros tiempos ya son tan simples como caminar, aunque se me ha hecho difícil caminar por los calambres y la visión un poco borrosa. Tú entenderías y te burlarías. Y seríamos tan felices si estuvieras aquí.
Constantemente miro al cielo y pienso en ti. Luego, bajo la mirada y hago una pequeña oración. Camino unos pasos y vuelvo a mirar. Cada vez más lento mi andar y más pausada mi vida, sólo espero dejarlo todo, dar hasta la última gota de sudor, el último aliento en batalla, y con ése impulso, llegar hasta ti cuando nos encontremos en la eternidad.
Aquí estaré siempre a tu lado y tú al mío...
Cargo luto desde hace tanto tiempo, que ya no lo puedo dejar. No lloro, no me lamento, no lo comento pero es verdad.
Es como si de repente mi vida, la vida en la que soy feliz y hago las cosas con pulso, con calor, se me hubiera ido. Sólo me agarro fuerte todos los días para no dejarme ir. Paro un segundo a llorar y la mueca se me hace familiar. Dura un segundo no más, pero es tan condensado, tan profundo, tan... doloroso.
Nadie lo nota. Nadie lo ve. A veces el esfuerzo es enorme...
Estoy haciendo mucho más, sabes? Hay mil proyectos más, mil cosas de ésas que soñé y que siempre están en lo profundo. Y simplemente estás ahí, cada día, en cada palabra, en cada idea. Todavía, a pesar de todo, eres más que gasolina para mi corazón. Y mientras te escribo, puedo ver tu cara... tus muecas y tus frases, a veces puede que llores, otro día ignorarás todo. Me hace feliz poder recordarte, tan adentro.
Hace poco tuve un sueño: Iba caminando y vi un par de niños pequeños. Lindos, llenos de ése amor que tanto ansié en la vida y que obtuve de ti. Pero, no iban de mi mano. Alguien los llevaba delante mío. Y sonreí porque los imaginé míos. Los abracé en secreto y deseé que sus padres pudieran amarlos tanto como yo lo haría. Alguien que me vio, se sentó a mi lado, me rozó la pierna y dijo: "Yo puedo cumplir tu deseo". No la miré, porque ya no miro a las personas por miedo a encontrarte, encontrar algo más que me recuerde... Me recosté un segundo al respaldar de mi asiento y antes de pensar si quiera me volteo hacia ella y con un gesto absolutamente hondo y solemne, triste, pausado, con los ojos cerrados, suspiro: "No... no puedo. Ésa oportunidad ya pasó. Se fue". Abrí los ojos de repente y comprendí al despertar que... así sería mi vida ahora.
Voy a extrañarte todo el tiempo...
No es un dolor como los otros. No me recuerda otros dolores, no revive historias. Y aunque toda la vida me preparé para sentir un amor así... nadie te prepara para la viudez. Nada puede hacerlo. No es un dolor cualquiera. Y pienso en tus dolores... aquellos que hablamos más de una vez y que lloré contigo desde acá. Así debe sentirse. El miedo, la tristeza sin fondo, sin piso. Un sólo deseo: ser feliz otra vez. Y de repente, sé que siempre supe más de ti y ahora compartimos ésa pérdida irremediable. Y te amo más. Siempre comprendí en lo profundo de mi corazón que debía hacerte tan feliz como nunca y que debía ser eterno. No reparé en gastos, no reparé en mis propias pérdidas. Y lo haría de nuevo.
He sido de todo y me avergüenzo cada segundo de los recuerdos de toda una vida mal hecha. Y siempre tus recuerdos son intocables. El asma, las bolsas de compras, las palabras, los sonidos horribles de tu celular. Tu caminar a mi lado, tus manos sobre las mías. Conozco más de una persona que me odiaría por decirlo. Es mi media vida la que se fue contigo. Autómata y sostenido por las ideas que me alimentan, la necesidad de hacer y tu recuerdo siempre presente en mi memoria, vivo sobreviviendo en paz. Las angustias de otros tiempos ya son tan simples como caminar, aunque se me ha hecho difícil caminar por los calambres y la visión un poco borrosa. Tú entenderías y te burlarías. Y seríamos tan felices si estuvieras aquí.
Constantemente miro al cielo y pienso en ti. Luego, bajo la mirada y hago una pequeña oración. Camino unos pasos y vuelvo a mirar. Cada vez más lento mi andar y más pausada mi vida, sólo espero dejarlo todo, dar hasta la última gota de sudor, el último aliento en batalla, y con ése impulso, llegar hasta ti cuando nos encontremos en la eternidad.
Aquí estaré siempre a tu lado y tú al mío...
martes, 7 de enero de 2014
Sobrevolando
Siento una libertad aterradora corriendo por mis nervios. El viento en la cara, los pies inquietos, los brazos extendidos hacia los lados, agitado, con el corazón palpitando cual carrera de caballos.
Voy al trote. Quieto. Vuelvo a trotar.
Voy volando sobre la vida tratando de mirar con poco detalle el paisaje.
Extraño todo aunque no sea capaz de hacer más, aunque no haya reversa ni avance en las búsquedas que no entiendo de la vida.
La música se me agolpa en el corazón sin tener donde ir, sin poder salir, sin poder llegar al destinatario ideal.
Sigo temblando mientras muevo las alas. Vacío sin piso encuentro una rama frágil de tanto en tanto.
Vuelo sobre la vida con poco aleteo, planeando entre las ramas y peñascos, cruzando ríos y mares para alcanzar el horizonte.
Voy al trote. Quieto. Vuelvo a trotar.
Voy volando sobre la vida tratando de mirar con poco detalle el paisaje.
Extraño todo aunque no sea capaz de hacer más, aunque no haya reversa ni avance en las búsquedas que no entiendo de la vida.
La música se me agolpa en el corazón sin tener donde ir, sin poder salir, sin poder llegar al destinatario ideal.
Sigo temblando mientras muevo las alas. Vacío sin piso encuentro una rama frágil de tanto en tanto.
Vuelo sobre la vida con poco aleteo, planeando entre las ramas y peñascos, cruzando ríos y mares para alcanzar el horizonte.
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